María José Skrut y Marilina Albini
“Nunca sufrí una agresión física. Pero un barra brava de
NOB, orinó en una botella y se la tiró encima a un compañero”, comentó CelinaMutti Lovera, una reportera gráfica de Rosario que estuvo al frente de una
charla organizada por la
Cátedra de Redacción II, desarrollada en el marco de la Muestra de Fotoperiodismo, llevada a cabo en el Centro de Expresiones
Contemporáneas.
El sol se reflejaba en el río, el agua jugaba con las
piedras y a pocos metros del inconmensurable Paraná, cada foto contaba una
historia de vida. Lo que completaba la escena era el murmullo de la gente que
iba llegando para deleitarse con cada imagen.
Los participantes comenzaron su recorrido por lasinstalaciones, había una música de fondo algo molesta: fueron sólo dos
canciones que se repitieron constantemente. Sin poder terminar de ver todas las
fotos expuestas, las personas fueron aglomeradas a pocos pasos de la puerta.
Bajo la vigilancia de la
Presidente Cristina Fernandez de Kirtchner y la mirada cálida
de una anciana, Mutti Lovera tomó la palabra para contar su propia historia de
vida.
La reportera gráfica del diario La Capital confesó con cierta
aflicción que todo lo importante que pasa con la Asociación
de Reporteros Gráficos de la República Argentina (Agra) sucede en
Buenos Aires. Por eso la conmoción fue grande al saber que la muestra de este
año iba a tener como sede a la ciudad de Rosario por primera vez, porque era
una lucha de hace mucho tiempo.
Lo característico de esta exhibición, es que las fotos
fueron tomadas por fotoperiodistas de todo el país y a lo largo y ancho del
mismo, indicó la comunicadora visual. Sin embargo, agregó, que aún la
pelea continúa ya que los encargados de seleccionar las imágenes son de Buenos
Aires. La subjetividad implícita, de la cual no se pueden despojar, ocasiona
que se prefieran aquellas referidas a hechos significativos o sacadas por
personas de la capital. Lo que se observó claramente en la sección de fútbol
con la importancia que le dieron solo a los dos equipos de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires: Boca y River.
Con algunas caras que mostraban agotamiento, a pesar de
la informalidad de la charla y de ciertos dolores de espalda por estar tanto
tiempo parados, no influyó en la concentración y atención de los oyentes.
Celina Mutti Lovera continuaba con su “salpicadito” de información y el
auditorio participaba activamente repreguntando o asintiendo lo que ella decía.
“Nosotros somos periodistas, no solo somos fotógrafos”,
aseveró la mujer, mientras dialogaba con su compañero de trabajo, Alfredo
Montenegro, periodista del diario La
Capital y profesor de Redacción II de la carrera de
Comunicación Social. Lo que desató un debate sobre el intercambio
deopiniones que debe existir entre quien escribe la noticia y quien la plasma.
La fotografía tiene que enriquecer el texto, por eso es tan importante el
trabajo en equipo, “No es lo mismo ir solo al lugar de los hechos, que ir con
el reportero, con quién podés discutir qué es lo importante, para que la foto
sea lo más representativa posible” apuntó ella.
Un día en la vida del fotoperiodista
Llegando al final, Celina Mutti Lovera contó su rutina de
trabajo, “en un día normal corres para todos lados a la hora que sea”. Añadió
que al llegar al diario se encuentran con una lista de noticias que tienen que
cubrir; los trabajadores se ponen de acuerdo a donde va a ir cada uno teniendo
en cuenta la necesidad de agilidad y eficiencia de los labores. Entre ellos
mantienen contacto permanentemente por cualquier percance. Un remisse los
espera en la puerta, la jornada ha comenzado.
Lo que se busca es la conexión entre la foto y la
información recaudada. Por eso Lovera reiteró en varias ocasiones la
importancia de la presencia del periodista en el lugar donde se detectó la
noticia, lo que no siempre es posible debido al trote del día. Además se
considera importante el respeto a la privacidad de las personas, si alguien no
quiere ser fotografiado se acepta su decisión y hay que evaluar la densidad de
cada foto, lo que representa y si no es un ataque hacia el protagonista de la misma.
Una vez terminada la sesión de fotos, el reportero
gráfico hace una pre-selección que debe subir a la galería web privada del
diario, donde el editor en jefe elige una, que no siempre coincide con “la
foto” que el fotógrafo considera más significativa.
Los participantes seguían preguntando lo que querían
saber, ella respondía con gran entusiasmo. “El fotoperiodista se hace en la
calle. Yo no estudié en ningún lado esta profesión”, manifestó ante un
interrogante.
Todo iba llegando a su fin, se acercaba el medio día y
había que partir, no sin antes retomar para finalizar el recorrido del galpón
donde pendían las 270 fotos. La gente se fue conforme con haber evacuado sus
dudas, por haber enriquecido sus sentidos con tan maravilloso arte y acercarse
una vez más a la ardua tarea del periodista.
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